«El liderazgo femenino es un enfoque colaborativo que busca liderar desde la empatía, el respeto y la comunicación»

Artículo/Entrevista Docente18/02/2025
 

ENTREVISTA A SARA BARTOL, DOCENTE DEL PROGRAMA SUPERIOR MUJER Y LIDERAZGO

Sara Bartol es pedagoga, coach ejecutiva, mentora y speaker, por lo que desde hace cerca de 25 años se dedica a la que asegura que es su pasión: «hacer que las personas quieran hacer». Un trabajo que busca desarrollar y potenciar el talento humano y sus capacidades, de forma que las empresas —independientemente del sector— puedan alcanzar los mejores resultados gracias a sus empleados.

Cuenta, por tanto, con una dilatada experiencia que, como docente, actualmente también está poniendo al servicio del Programa superior MUJER Y LIDERAZGO de la Escuela de Negocios de la Cámara de Comercio de Madrid, el cual fue premiado en el ‘Top Women Leaders 2022’ por su labor para el impulso del desarrollo directivo femenino.

De esta formación, de su importancia para las organizaciones actuales y de las características que definen al liderazgo femenino moderno hemos hablado con Sara. No te pierdas esta interesante y enriquecedora charla a continuación.

Sara Bartol

Pregunta: ¿Qué estrategias consideras más efectivas para motivar a equipos diversos y promover un entorno de trabajo inclusivo?  

Respuesta: Para asegurar un entorno laboral inclusivo es imprescindible “generar espacios de trabajo a los que la gente quiera pertenecer”. Para mí esto es la esencia del liderazgo. 

Construir entornos organizacionales colaborativos, en lo que se puedan compartir diferentes enfoques (interculturales, intergeneracionales…) y activar la mentalidad de crecimiento en todos los ámbitos de la organización. Al forjar equipos ricos en diversidad e inclusión, valorando las fortalezas distintivas que aporta cada miembro, obtenemos ideas frescas, innovación y éxito. Recordemos que la fuerza de un equipo es la diversidad de sus miembros. 

También es fundamental posibilitar que los equipos cuenten con tiempos de reflexión y autofeedback. Ese momento de parar, observar, escucharse… “afilar el hacha”, porque vamos demasiado deprisa y con demasiada intensidad. 

Para ello, una de las herramientas que más utilizo son las dinámicas de teambuilding, ya que impactan de manera positiva en la eficacia de un equipo, tanto cognitiva como emocionalmente.  

Estas dinámicas grupales aumentan la motivación de los empleados, incrementan la cohesión del equipo, refuerzan la confianza mutua y mejoran la comunicación, la creatividad y la innovación en el trabajo.  Son actividades que permiten a los miembros de la organización identificar sus propias fortalezas, tomar conciencia de sus frenos y ámbitos de mejora, e identificar sus necesidades. 

También me gusta trabajar los valores en los equipos de trabajo. Se trata de ir más allá de los valores corporativos, las creencias sólidas que valen de antecedentes de todas las políticas y labores empresariales. Estamos hablando de los valores de Equipo, que posibilitan que las personas reflexionen, aportan una visión común y definen las líneas conjuntas de actuación.  

En palabras de Bill Clinton, «a medida que somos más diversos debemos trabajar más para unirnos alrededor de unos valores comunes». 

¿Qué crees que diferencia el liderazgo femenino del masculino, y cómo pueden las mujeres aprovechar esas cualidades únicas para liderar con éxito?  

Cada persona, en la individualidad de su ser, reúne un conjunto de características, capacidades y habilidades que la hacen única, con independencia de cuál sea su sexo, género u otro rasgo distintivo. Por eso, me gusta hablar de “liderar en femenino”, porque no debemos buscar reproducir estereotipos de género.  

El liderazgo en femenino es un enfoque que busca liderar desde la empatía, el respeto y la comunicación. Es un estilo de dirección más colaborativo, donde se establecen relaciones mucho más cercanas, humanas y emocionales entre las personas, lo que es clave para desarrollar una buena gestión del equipo humano.  

Me gustaría destacar cinco rasgos distintivos: la empatía, la comunicación efectiva, la colaboración y el trabajo en equipo, la inteligencia emocional y la resiliencia. 

  • A través de la empatía, conectamos emocionalmente con las necesidades y preocupaciones de las personas, lo que permite construir relaciones sólidas y fomentar un entorno de trabajo más colaborativo.  
  • La comunicación efectiva y fluida entre todos los miembros que conforman el equipo humano de la organización facilita la resolución de problemas y la toma de decisiones informadas.  
  • Mediante la colaboración y trabajo en equipo, potenciamos la cooperación entre las personas, creando un ambiente de trabajo distendido y agradable, donde se sientan valoradas y empoderadas.  
  • Potenciando la inteligencia emocional posibilitamos el manejo de situaciones difíciles de manera efectiva, manteniendo un ambiente de trabajo positivo.  
  • La resiliencia, así como la flexibilidad, potencian la capacidad para afrontar momentos difíciles, superar obstáculos y adaptarse a nuevas situaciones y desafíos.  

En las últimas décadas, hemos pasado de los entornos VUCA (Volatile, Uncertain, Complex, Ambiguous) a los mundos BANI (Britte, Anxious, Non-Linear, Incomprehensible). Los rasgos distintivos de estos entornos de trabajo se caracterizan por ser inestables, confusos y hostiles. Interesantes retos para las organizaciones. 

La creciente incorporación de las mujeres en cargos de dirección repercute positivamente en los procesos que benefician al conjunto de la empresa e inciden en el cambio social. Junto a las características que aporta el liderazgo en masculino, el liderazgo en femenino es un estilo de mando perfecto para sortear los retos y obstáculos a los que nos enfrentamos y nos enfrentaremos. 

Para liderar con éxito invitaría a las mujeres a ser ellas mismas, porque «el liderazgo en femenino no es hacer lo que hacen los hombres, es usar estas cualidades innatas que tenemos las mujeres para liderar».

¿Qué consejo darías a las mujeres que enfrentan el síndrome de la impostora mientras aspiran a posiciones de liderazgo?  

El síndrome de la impostora es un fenómeno que está muy presente, personalmente me lo encuentro a menudo en procesos de coaching y mentoring. Como mujeres profesionales, a menudo sentimos la presión de necesitar demostrar nuestras capacidades, lo que puede conducir al agotamiento.  

La misma Michelle Obama, durante una de las presentaciones de su libro ‘Mi historia’ hacía referencia a él: «aún tengo algo de síndrome de la impostora; no se acaba nunca, ni siquiera en este instante en que ustedes me van a escuchar; no me abandona, este sentimiento de que no deberían tomarme en serio. ¿Qué sé yo? Lo comparto con ustedes porque todos dudamos de nuestras capacidades, de nuestro poder y de qué es ese poder».  

Las mujeres con un sentimiento de impostora tienen la impresión de no merecer su éxito, que no atribuyen a sus propios méritos, sino a la suerte o al azar. Podemos decir que es una combinación de autocrítica, de duda de una misma y de miedo al fracaso. En ocasiones, cuanto más éxito tiene la persona, más duda de lo que ha conseguido. 

Estamos hablando de creencias limitantes que nos impiden creer en nosotras mismas y en nuestros logros. Podemos llegar a pensar que no merecemos totalmente el puesto de responsabilidad que deseamos u ocupamos.  

Está muy ligado a la autoestima, a la forma en que nos vemos y cómo nos evaluamos. Esta es la base sobre la que reposa la confianza en nosotras mismas, que es la confianza en nuestras habilidades y competencias. Por ello, es muy importante poner conciencia en dar valor a lo que somos y a lo que vamos consiguiendo. Reconocernos el trabajo y el esfuerzo, premiarnos y celebrar nuestros éxitos

En el ámbito organizacional y empresarial es fundamental (algo que suelo insistir mucho en mis ponencias) que construyamos sólidas redes de mujeres que se entienden y se apoyan mutuamente. Y eso, precisamente, es una de grandes potenciales del Programa Superior MUJER Y LIDERAZGO de la Cámara de Comercio e Industria de Madrid, en el que tengo la fortuna de ser docente. 

¡Qué importante es rodearse bien, contar con mujeres generosas a nuestro alrededor que nos potencien y sean modelos para seguir!  

Cuando las mujeres ven a otras tener éxito y ser valoradas, se sienten motivadas a seguir ese camino, fortaleciendo así el flujo de talento femenino en todos los niveles de la organización. 

Estamos hablando de la figura de las role models, como me gusta decir «mujeres que inspiran a mujeres». 

ENTREVISTA A SARA BARTOL, DOCENTE DEL PROGRAMA SUPERIOR MUJER Y LIDERAZGO

¿De qué manera fomentas la autoconfianza y la resiliencia en las mujeres que participan en el programa, especialmente aquellas que se enfrentan a entornos laborales desafiantes?  

Tendríamos que empezar por hablar de cuáles son los desafíos para el liderazgo femenino en el sector empresarial. ¿Por qué es menor la presencia femenina en puestos de mayor responsabilidad? ¿Se debe a una decisión personal o es una consecuencia de los obstáculos con los que estas se encuentran? ¿Cuáles son las barreras del acceso a puestos directivos? 

Sería extenso entrar en ello, aunque los conceptos como “techos de cristal”, “suelos pegajosos” y “acantilados de cristal” reflejan y explican muy bien la desigualdad que sufren algunas mujeres en las estructuras de poder.  

Como pedagoga, me gusta diseñar cuidadosamente tanto los contenidos como el enfoque de las sesiones del Programa Superior MUJER Y LIDERAZGO de la Cámara de Comercio e Industria de Madrid, para activar de forma transversal el paso a la acción. 

Podría resumirlo en cinco miradas: “conocernos”, “atrevernos”, “mostrarnos”, “relacionarnos” y “persistir y disfrutar”. 

  1. Es prioritario el autoconocimiento (“conocernos”). Conocer nuestras fortalezas para aprovecharlas y nuestras debilidades para trabajarlas, y reconocer los propios estados emocionales.  
  2. Es fundamental tener confianza en una misma (“atrevernos”). Tener más conciencia de nuestros logros y autoevaluarnos de forma realista.  
  3. Es importante expresar nuestros deseos (“mostrarnos”). Poner en valor nuestro talento y comunicar nuestros deseos y ambiciones profesionales. 
  4. Crear buenas relaciones (“relacionarnos”). Empatizar con los compañeros, con el equipo y los managers, construyendo buenas relaciones profesionales dentro y fuera de la empresa.  
  5. Motivarnos por el logro profesional (“persistir y disfrutar”). Transmitir, con energía y optimismo, nuestra ilusión y motivación por el logro profesional. 

En relación con la resiliencia, frente a entornos laborales desafiantes, es un imprescindible desarrollar nuestra capacidad de afrontar adversidades, sobreponernos y resurgir fortalecidas o transformadas

La mentalidad resiliente nos ayuda en el presente como «parachoques“ ante adversidades, nos permite prepararnos frente a inconvenientes futuros que llegarán y nos facilita el potencial de cambio y crecimiento en la vida. 

Algunas de las claves que podemos aportar son:  

  • Una incondicional aceptación de la realidad, comprendiéndola y aceptándola. 
  • Una creencia profunda en el sentido de la vida y su potencial de aprendizaje. 
  • Una habilidad para alcanzar la excelencia y dar lo mejor de una misma. 

Lo expresaba muy bien Viktor Frankl: «cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos». 

¿Qué tendencias o cambios recientes has observado en el ámbito del liderazgo femenino y cómo los integras en tu enfoque docente?  

«Para la mayor parte de la historia, Anónimo era una mujer» decía Virginia Woolf, allá por el 1928. Un siglo después, aquí estamos, hablando del liderazgo femenino. 

Partiendo de mi experiencia, he de contaros que yo empecé a liderar equipos en el entorno organizacional hace 25 años. Imaginaros la evolución del liderazgo femenino en estas últimas décadas. 

El cambio más significativo está siendo la toma de conciencia de las organizaciones sobre la importancia de impulsar la equidad en puestos de responsabilidad. Así como la puesta en marcha de acciones en esta línea. 

Destacaría algunas medidas, con las que me encuentro en organizaciones con las que trabajo y traslado a la reflexión como docente, que se pueden adoptar para apostar por la equidad: 

  1. Crear una cultura corporativa basada en la igualdad de género. La cultura empresarial define la manera de ser de la organización y se manifiesta en su actuación.
  2. Apostar por el uso del lenguaje inclusivo en las comunicaciones. La preocupación por el cuidado de un lenguaje no sexista es una prioridad en la consecución de una sociedad igualitaria.  
  3. Posibilitar un mayor reconocimiento a la mujer. Más allá del salario, poner en valor su trabajo y todos aquellos logros conseguidos, así como las aportaciones a la organización.
  4. Impulsar el liderazgo femenino. Tanto hombres como mujeres han de tener las mismas oportunidades de ocupar puestos de dirección y liderar equipos de trabajo dentro de las empresas.
  5. Hacer posible la conciliación laboral y profesional. Acciones que aseguren el poder crecer y desarrollarse en cargos de responsabilidad a la vez que se comienza un proyecto familiar. 
  6. Activar la conciencia social. Reflexionar acerca de la desigualdad, apoyándonos en estudios que certifican la realidad del problema, genera la posibilidad de cambio.
  7. Asegurar la transparencia en los procesos de selección. La igualdad de oportunidades para ambos géneros asegura empresas más igualitarias y competitivas. 
  8. Desarrollar planes de formación. El entrenamiento en liderazgo y los procesos de mentoring son una gran aportación para que las mujeres asciendan con mayor facilidad en el escalafón profesional. 

En definitiva, como decía Mary Wollstonecraft, «No se trata de que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas».

Sara Bartol

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